Ese es el título del último regalo que el amigo Andrés, Calamaro para aquellos que nos hemos dejado y nos dejamos abrazar por su influjo, nos ha brindado.
Y ayer, en el Barcelona Teatre Musical, nos encontramos con él, con ese poeta, trobador, compañero de soledades y de olvidos. Con ese cantante que a mí, y a los que me acompañaron ayer (¿verdad arrebatos?), tanto nos ha dado y tanto nos ha inspirado en el devenir pasado y presente.
Fué una velada intensa, de una calidad musical difícil de igualar, un deleite para los sentidos. Posiblemente el mejor concierto que le recuerdo al bueno de Andrelo. Casi dos horas de armonía, ritmo, nostalgia, y mucho mucho sentimiento. Mención especial y aparte le quiero dedicar al niño josele, tremendo guitarrista que inunda con sus notas todo el espacio que éstas son capaces de llenar y que nunca nunca te dejará indiferente. Maestro !
Tenía cierto recelo antes de entrar, a mí los tangos no se me dan demasiado bien. Pero nuestro amigo ha sido capaz de revisar ese género tan de su pais y darle ese toque que sólo le dan los buenos músicos, los músicos de verdad. Y él lo es, en esencia.
Creo que habrá muchos más comentarios al respecto, pero a mi me emocionó en varios momentos y me hizo vibrar en muchos otros. Últimamente me siento sensorialmente muy receptivo, he evolucionado a mejor. Me considero mucho más persona, menos cerebral y mucho más pasional. Ya tenía ganas de saber lo que eran las emociones de verdad y poder experimentarlas. Y ayer tuve una nueva ocasión de comprobar esa capacidad de sentir que era desconocida y ahora es plena.
Sólo hubo un pero, una ausencia anunciada. Una ausencia sabida. Una ausencia que estuvo presente sin estarlo. Ella. Pero ella sabrá lo que sentí, lo que oí, lo que observé y lo que recordaré. Ella será partícipe de tan magno evento, aún en su ausencia.
Larga vida a Calamaro !!!
domingo, 18 de junio de 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario